Como todos los años, en el Colegio Santa María del Rosario celebramos el Mes de la Palabra de Dios.

Aquí iremos compartiendo las reflexiones de cada día para leerlas o releerlas, tal vez a la caída de la tarde

viernes 30 de setiembre

Hoy se termina el mes de setiembre y con él, este mes dedicado a la Biblia, la Palabra de Dios.

Este mes se dedica a la Biblia porque hoy, 30 de setiembre la Iglesia celebra a San Jerónimo, un santo que nació en el año 342, en la actual Yugoslavia, y que desde muy joven tuvo una devoción muy grande a las Sagradas Escrituras, es decir a la Biblia.

De hecho, él, cuando la mayor parte del mundo hablaba en latín, tradujo de las lenguas originales de la Biblia: el hebreo y el griego, el texto al latín para que todo el pueblo pudiera leer y comprender el texto de la Biblia. Y esta traducción es la que se leyó durante mucho tiempo en la iglesia, hasta que se hicieron otras traducciones a las lenguas modernas.

Hoy leemos la Palabra de Dios, de la carta que san Pablo le escribió a su amigo Timoteo

Querido amigo: escucharás muchas ideas, pero tú permanece fiel a la doctrina que aprendiste y de la que estás plenamente convencido: tú sabes de quiénes la has recibido.

 Recuerda que desde la niñez conoces las Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación, mediante la fe en Cristo Jesús.

 Toda la Escritura está inspirada por Dios, y es útil para enseñar y para dar razones, para corregir y para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para hacer siempre el bien.

                                                                                        Palabra de Dios

Pablo le recomienda a su amigo y discípulo que sea fiel a lo que aprendió desde chico, es decir a lo que le enseñaron de la Palabra de Dios. Le recuerda que toda la Biblia está inspirada por Dios, que enseña, nos ayuda a saber porqué creemos y nos conduce por el camino del bien.

Será bueno que aunque nos cueste, todos los días tratemos de abrir una página de la Biblia, y leamos aunque sea un texto muy breve. Lo dejamos en la memoria del corazón, aunque no la entendamos del todo. Seguramente, más tarde, la comprenderemos mejor y nos iluminará el camino.

La Palabra de Dios, es también como una medicina, de la cual no notamos los efectos enseguida, pero después de un tiempo, notamos su efecto beneficioso.

Ojalá después de este mes de la Biblia, nos queden en el corazón, más ganas de leer la Palabra de Dios.

 


jueves 29 de setiembre

Casi terminando el mes de la Palabra de Dios queremos compartir una carta que el apóstol Santiago, uno de los autores de los libros de la Biblia, podía haber escrito a los jóvenes de hoy.

Él no la escribió tal cual está aquí, pero con las ideas de su Carta, que está en el Nuevo Testamento, alguien elaboró este mensaje:

Queridos jóvenes:

Quien me conoce dice que me caracterizo por dar consejos sabios y prácticos. Aquí van algunos…

Si nacieron en una familia con medios económicos, cuiden de no discriminar, explotar ni tratar mal a los pobres. Si pertenecen a un ambiente de bajos recursos, recuerden que tienen la misma dignidad que los ricos y exijan que se los trate con dignidad. “no es posible creer en Nuestro Señor Jesucristo y luego hacer distinción de personas”.

Recuerden: “la fe si no tiene obras, está completamente muerta”

Cada mañana pidan a Dios que les muestre las oportunidades de hacer el bien durante el día.

No sean criticones ni murmuren unos contra otros.

No sean ambiciosos ni envidiosos, tampoco fomente rivalidad alguna.

En resumen, si dicen que aman al prójimo, sean auténticos y no hipócritas.

Si ansían libertad, asuman la responsabilidad que da ésta y no caigan en el libertinaje.

Reconozcan sus pecados y oren a Dios los unos por los otros.

 Firma: Santiago, apóstol, quien anima a dar testimonio de Jesús con las obras

 


viernes 23 de setiembre

La obra de misericordia sobre la que hoy vamos a meditar con la Biblia es: perdonar las ofensas recibidas.

Escuchamos la Palabra de Dios, en el evangelio escrito por San Mateo:

Entonces se adelantó Pedro y le dijo: «Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?».  Jesús le respondió: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

                                                                            Palabra del Señor

Parece que Jesús le propone a Pedro, un problema de multiplicación: ¿tendrá que contar las veces que perdona y cuando llega al resultado, decir: listo! No perdono más?

Todos nos damos cuenta de que Jesús no puede proponer esto…

Lo que pasa es que en el lenguaje de la Biblia… el número siete indica la perfección; también nuestra cultura reconoce ese valor. Siete son los días de la semana, los colores del arco iris y las notas de la escala musical.

La respuesta de Jesús a la pregunta de Pedro sobre cuántas veces tiene que perdonar a su hermano, si sólo siete (que ya era mucho); es inmensa, no se puede medir: setenta veces siete, es como decir siempre, sin medida, hasta el final.

Y no es que Jesús ignore lo que esto significa, Él sabe cuánto nos cuesta perdonar. Nuestro amor propio herido siempre encuentra excusas para autojustificarnos, no dar el brazo a torcer. Cuántas veces, ante una pelea, decimos: “que venga él, yo no me voy a rebajar”…

Pero también es cierto que rezamos bastante seguido el Padrenuestro y decimos: “perdónanos nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”…O sea le estamos diciendo a nuestro Padre que nos perdone porque nosotros también perdonamos…

Ojalá que de a poco, cada día, en las cosas que nos lastiman de los demás, aprendamos a perdonarlos; porque si miramos nuestro corazón con la verdad, veremos que a nosotros; Dios y los hermanos tienen bastante para perdonarnos.


jueves 22 de setiembre

Seguimos nuestro recorrido por la Palabra de Dios pensando en las obras de misericordia:

Ya vimos las de dar vestido al que no lo tiene, dar bebida al que tiene sed, visitar a los enfermos, enseñar al que no sabe, dar consejo al que lo necesita y consolar a los que están tristes.

Hoy vamos a pensar juntos en esa obra de misericordia que se llama: corregir al que se equivoca.

Escuchemos la Palabra de Dios en la carta a los Hebreos

Es verdad  que toda corrección, en el momento  de recibirla, es motivo  de tristeza  y no de alegría; pero más tarde, produce  frutos  de paz  y de justicia  en los que han  sido  adiestrados  por ella.

                                                                                              Palabra de Dios

 La Palabra de Dios nos habla de una situación que todos conocemos, la que sentimos cuando nos retan, nos corrigen, nos llaman la atención.

Como el autor conoce bien los sentimientos de nuestro corazón, sabe que a ninguno de nosotros nos gusta que nos reten, por eso dice que en el primer momento produce tristeza, malestar, rabia…

Más de una vez, protestamos, nos sentimos víctimas, nos quejamos contra las injusticias que nos han hecho…

Pero, si esperamos que se nos pase el enojo, muchas veces tenemos que reconocer, aunque no lo digamos en voz alta que la corrección nos hizo bien, es más, nos la hicieron buscando nuestro bien.

Y es que la verdadera corrección, la auténtica es la que nace del amor, de aquel que nos quiere ver mejores personas, más buenos…la que nos hace crecer.

Más de una vez, buscamos hacer algo para que otro nos corrija, porque nos demuestra que le importamos…

Señor, que sepamos recibir bien las correcciones y que nos animemos a corregir a nuestros amigos, porque también así les mostramos que los queremos


lunes 19 de setiembre

Continuamos nuestro camino por el mes de la Palabra de Dios.

Hoy pensaremos sobre la obra de misericordia que consiste en: consolar a los tristes. Leemos en el evangelio escrito por San Mateo:

Jesús dijo a los que lo escuchaban:

Felices los que están afligidos porque serán consolados

                                                                            Palabra del Señor

Este texto conocido como una de las Bienaventuranzas, nos dice algo no fácil de entender a primera vista:

Jesús llama felices los que están afligidos, algo que parece contradictorio. Cómo los que están afligidos van a ser felices? En realidad, Jesús no dice que la felicidad está en el sufrimiento presente, sino que la promesa de felicidad apunta al futuro. Son felices porque van a ser consolados.

Esta promesa de Jesús no es algo dicho como al pasar, en el aire. ¿Quién va a consolar a los que están tristes? ¿Cuándo?

Todos, desde los más chicos a los más grandes tenemos la experiencia de haber sido consolados: tal vez, es una de las primeras experiencias del ser humano…no tenemos memoria pero cuando éramos bebés y llorábamos nuestra mamá o alguien cercano, nos levantaba en brazos y nos consolaba…

A medida que crecemos, no desaparece esa necesidad de consuelo. En distintos momentos de la vida, estamos tristes, afligidos, lloramos la muerte de una ser querido, lloramos porque extrañamos a un amigo querido, lloramos en las despedidas, lloramos de rabia, de impotencia…tantas cosas nos hacen llorar….Siempre, siempre, nos hace falta, nos hace bien que alguien nos consuele: con la palabra, con el abrazo, con un mensaje, con la oración.

Aunque nos queramos hacer los fuertes, cualquier persona con corazón agradece el consuelo, lo aprecia…siempre vamos a recordar a aquellos que estuvieron cerca para consolarnos.

Uno de los nombres que se le da al Espíritu Santo, es precisamente Consolador, para recordarnos que Dios mismo se acerca a nuestras tristezas y las alivia. Porque el dolor no tiene explicación ni razonamientos. El dolor necesita un abrazo, casi siempre silencioso.

Hoy vamos a estar muy atentos a las personas que están cerca de nosotros: mirémoslas con atención y descubramos si hay alguien que está triste o preocupado. Que no pasemos de largo, haciéndonos los que no los vimos…

Seamos instrumentos de consuelo para esas personas. Ellas estarán agradecidas, nosotros tendremos gozo y paz.

 


viernes 16 de setiembre

La obra de misericordia que hoy vamos a meditar es

“dar un buen consejo al que lo necesita”

Escuchamos la Palabra de Dios, en el libro de los Salmos

Pero yo Señor, estoy siempre contigo, tú me has tomado de la mano derecha; me guiarás con tu consejo y después, me recibirás con gloria.

                                                         Palabra de Dios

Para poder dar consejo hay que tener en cuenta que no se trata de dar consejo al que no lo necesita, aunque yo crea que tenga necesidad; tampoco se trata de dar consejo al quien no lo está pidiendo,

 Dar buen consejo al que lo necesita es sobre todo una actitud del corazón; es querer ayudar, consolar, estimular,  buscando el auténtico bien de esa persona.

 Para dar consejos, primero tenemos que hacer memoria de nuestra misma vida y experiencia, de nuestro sufrimiento, necesidad, incapacidad y limitaciones.

 Pero hacer memoria no con tristeza, lamentaciones y hasta amargura, sino  reconociendo que Dios estaba presente también en esos momentos de nuestra vida.

 Una vez que hemos recordado, conviene preguntarnos qué hemos aprendido de estas experiencias y qué puede ser útil para los demás. Cómo los podemos ayudar a descubrir la mano de Dios y a aprovechar las circunstancias duras o confusas de la vida para encontrar a este Padre que camina a nuestro lado.

De allí tiene que nacer el consejo; pues cuando nace del amor y del interés por el otro, será bien recibido y al mismo tiempo hará maravillas a la persona que busca una ayuda.

 Señor: que aprendamos que ninguno de nosotros es tan pobre que no pueda dar un consejo, ni nadie es tan rico que no tenga necesidad de recibirlo.


jueves 15 de setiembre

Continuamos pensando en las obras de misericordia como nos aparecen en la Biblia

en estos días celebramos a los maestros ya los profesores, por eso vamos a pensar hoy en la esa obra de misericordia que es enseñar al que no sabe

Escuchamos en la Palabra de Dios:

Evangelio según san Mateo

“Siempre que Jesús terminaba de hablarles la gente quedaba asombrada de su doctrina porque les enseñaba como quien tiene autoridad”

                                                                                               Palabra del Señor

 

Qué linda esta admiración de la gente por el modo que tenía Jesús de enseñarles, por un lado, lo entendían bien, por otro, los animaba….

Pero lo más importante, era que ellos quedaban asombrados porque les enseñaba como quien tiene autoridad…

Pensemos qué significaría esta autoridad: ciertamente, no es que el Maestro les infundía temor, tampoco que se hacía el difícil, el que se las sabía todas, como decimos…

No es muy fácil explicar pero seguramente todos conocemos a gente que nos habla, nos explica de manera distinta. Cuando escuchamos a otros, enseguida distinguimos a los charlatanes de los que nos hablan en serio.

Uno siente que el otro, habla con el corazón, con la verdad dándonos lo mejor que puede su sabiduría.

Porque no hay mejor servicio al hermano que compartir la parte de la verdad que poseemos y que nos fue dada gratuitamente.

Los que nos enseñan con autoridad son esas personas a las que percibimos coherentes, es decir que intentan vivir lo que predican.

Pablo VI, un Papa que estuvo en la Iglesia antes de Juan Pablo II, decía: El mundo de hoy le cree más a los que viven que a los que enseñan y si les cree a que enseñan, es porque viven eso que enseñan.

Señor: te pedimos hoy por nuestros maestros, por nuestros padres, por los sacerdotes, por todos lo que recibieron el don de enseñar. Que lo hagan con amor y que encuentren oídos dispuestos a escucharlos.

 

 


miércoles 14 de setiembre

 Los chicos de Primaria compartieron esta reflexión

 Lectura del evangelio escrito por San Lucas

José que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea y se dirigió a Belén de Judea, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada. Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre y María dio a luz a su hijo, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la posada.

                                                         Palabra del Señor

 Como no había lugar en ningún albergue, el dueño de un pesebre se conmovió y le dio un lugar para tener a su Hijo.

María arropó a Jesús, lo cuidó y protegió.

 En este Año de la Misericordia tengamos un corazón abierto al otro y si es posible demos un lugar tibio y acogedor para el que lo necesite, asistamos a nuestros hermanos que vienen los sábados y domingos a nuestro Colegio para que entre todos pongamos manos a la obra y colaboremos desde nuestro lugar.


martes 13 de setiembre

Los chicos de la Primaria compartieron esta reflexión

Del evangelio escrito por San Marcos

Algunos días después, Jesús regresó a Cafarnaún. En cuanto se supo que estaba en casa,  se reunió tanta gente, que no quedaba sitio ni siquiera ante la puerta. Y Jesús les anunciaba su mensaje.  Le trajeron entonces, entre cuatro, un paralítico.  Como a causa de la multitud no podían llegar hasta Jesús, levantaron un trozo del techo por encima de donde él estaba y, a través de la abertura, bajaron la camilla con el paralítico. Jesús, viendo la fe de quienes lo llevaban, dijo al paralítico:

— Hijo, tus pecados quedan perdonados.

Estaban allí sentados unos maestros de la ley, que pensaban para sí mismos:  “¿Cómo habla así este? ¡Está blasfemando! ¡Solamente Dios puede perdonar pecados!”.  Jesús, que al instante se dio cuenta de lo que estaban pensando en su interior, les preguntó:

— ¿Por qué estáis pensando eso?  ¿Qué es más fácil? ¿Decir al paralítico: “Tus pecados quedan perdonados”, o decirle: “Levántate, recoge tu camilla y anda”?  Pues voy a demostraros que el Hijo del hombre tiene autoridad para perdonar pecados en este mundo.

Se volvió al paralítico y le dijo:

 — A ti te hablo: Levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa.

 Y él se levantó, recogió al punto su camilla y se fue en presencia de todos. Todos los presentes quedaron asombrados y alabaron a Dios diciendo:

— Nunca habíamos visto cosa semejante.

                                                                                   Palabra del Señor

 

Jesús nos enseña a través de las acciones qué es la misericordia en su actitud frente al dolor o la necesidad.

Cada página del evangelio es una muestra de su misericordia con todos.

Jesús hace de la misma algo constante. En su vida pública nos muestra compasión por el dolor ajeno, lo remedia y lo cura con amor.

También el evangelio nos hace fijarnos en la creatividad de los amigos del enfermo que hasta rompieron el techo! Con tal de que el paralítico llegara a la presencia de Jesús.

Para darnos ánimo, coraje y vencer obstáculos a la hora de ayudar a los hermanos…


viernes 9 de setiembre

Caminamos en este escuchar juntos la Palabra de Dios, cada día, meditando en las obras de misericordia que son expresión de la Misericordia de Dios.

Ya reflexionamos sobre dar vestido al que no lo tiene, y dar de beber al sediento. Además, miramos a Santa Teresa de Calcuta como una mujer que encarnó, como pocas, la misericordia.

Hoy vamos a meditar sobre otra obra que es: visitar a los enfermos

Leemos en el Libro de los Hechos de los Apóstoles:

Los apóstoles realizaban muchos signos y prodigios en medio de todo el pueblo, que los tenía a ellos en gran estima, de modo que una multitud de hombres y mujeres se incorporó al número de los que creían en Jesús. Incluso sacaban los enfermos a las plazas y los ponían en camillas, para que, al pasar Pedro, al menos su sombra tocara a alguno de ellos.

                                                                                             Palabra de Dios

 

Nosotros, hoy, con tanta tecnología puesta al servicio de la salud, muchas veces olvidamos la parte humana, que es irremplazable.

Pobre de aquel que, además de sentirse enfermo, se siente solo, falto de cariño, de atención, de una sonrisa, de alguien que le dé una mano para moverse en la cama…

Los primeros cristianos sabrían de esta soledad, porque trataban de que a sus enfermos les alcanzara la sombra de Pedro.

Y no solamente para que él intercediera por su salud física; sino para que su sombra los tocara: la sombra siempre nos habla de refugio, alivio, protección.

Grandiosa la fe de esta gente en el poder reconfortante de esta presencia.

Cuántos enfermos cerca de nosotros, en la familia, entre los amigos; incluso los que no conocemos y están en los hospitales. A todos podemos llevarles un alivio…

Señor, que no nos pese en el corazón el haber tenido enfermos a los que abandonamos en el afecto, la oración, la cercanía…


jueves 8 de setiembre

El domingo, la iglesia reconoció oficialmente la santidad de la Madre Teresa de Calcuta. Una mujer de nuestro tiempo que consagró su vida a servir a Jesús en los más pobres, en aquellos que morían abandonados en las calles.

En este mes de la Palabra de Dios, vamos a recordar algunas frases de la Madre Teresa, porque Dios habla siempre: si bien de modo privilegiado en la Biblia, también lo hace a través de los santos o de aquellas personas que nos dejan un mensaje que nos hace ser más buenos.

Decía la Madre Teresa: "Hay que hacer las cosas ordinarias, con un amor extraordinario."

"La falta de amor es la mayor pobreza."

"La revolución del amor comienza con una sonrisa. Sonríe cinco veces al día a quien en realidad no quisieras sonreír. Debes hacerlo por la paz."

"Espero que tengas: suficiente felicidad para hacerte dulce. Suficientes pruebas para hacerte fuerte. Suficiente dolor para mantenerte humano. Suficiente esperanza para ser feliz"

Mucho habría para decir de esta mujer que hasta llegó a ganar el Premio Nobel de la paz, el que recibió en nombre de los pobres.

Dos anécdotas que nos la acercan: Cuando le reprochaban por qué perdía tiempo en trasladar a los moribundos de las calles de Calcuta a una cama confortable, limpios, con algún líquido que pudieran tragar, y con una persona cerca, ella respondía que si tenían que morir lo hicieran como personas.

Cuando un periodista fue a visitarla y a conocer de cerca su obra, y compartió unos días en las casas que ella fundó, al terminar su experiencia, le dijo: Madre, lo que hace usted yo no lo haría ni por un millón de dólares, ella contestó: yo, por un millón de dólares, tampoco.

Que su figura pequeña de corazón grande esté siempre presente para no buscar excusas a la hora de ser misericordiosos.