El protagonista de la oración que en la tarde del 27 de marzo -anticipo del Viernes Santo - celebró el Papa Francisco en una plaza vacía de San Pedro sumida en un silencio irreal, fue Él. El Crucifijo, con la lluvia torrencial que irrigó su cuerpo, añadiendo a la sangre pintada en la madera el agua que el Evangelio nos dice que brotó de la herida infligida por la lanza.
Leer más: Un silencio irreal
En las Laudes de hoy rezamos:
“No aprecia el vigor de los caballos,
no estima los músculos del hombre:
el Señor aprecia a sus fieles,
que confían en su misericordia”
(salmo 146)
Buena reflexión la que nos propone la Palabra en este salmo: Los esfuerzos humanos por sí solos no son suficientes sino confiamos en la misericordia de Dios.