Desde la fundación, las Hermanas del Rosario hemos ejercido nuestro apostolado en colegios, hogares y hospitales.
Los cambios socio-culturales, el Concilio Vaticano II, el "estar atentas a los signos de los tiempos" significaron una adecuación de nuestros horizontes evangelizadores.
Con admirable intuición, el Padre Orzali nos decía: " Nunca, en el Instituto, los Superiores dejarán de hacer algo por el simple hecho de que no se haya hecho antes"...
Pensamiento recogido en nuestras Constituciones: "Además de la educación de la juventud, el cuidado de los niños abandonados, la atención a los enfermos... el Instituto realiza otras actividades apostólicas con participación activa en las obras parroquiales y misioneras; permaneciendo abierto a cuantas obras surjan inspiradas en el Evangelio y sean compatibles con su carisma" 57.
Impulsadas por ese espíritu hemos animado, en distintos momentos y lugares, comunidades de misión.
Igualmente, el compartir con los laicos la gestión de los colegios y la resignificación pastoral de las hermanas en los mismos, ha hecho que algunas escuelas sean dirigidas por laicos identificados con el carisma y donde, a través de una Pastoral educativa congregacional, velamos para mantener encendido el espíritu rosarino.